Ayer tuve un insight o fue quizás un sueño… estaba el Universo, los 7 nuevos planetas encontrados y la Tierra –nuestra Gaia–, nuestra casa. Estaba todo lo creado… las estrellas y entre ella el Sol, la Luna; había los mares y sus ríos, plantas y animales… todo era perfecto y armónico. No habían seres humanos sobre la Tierra.

Una Vida sin nosotros, donde no habían juicios ni prejuicios… una vida que se desarrolla equilibradamente con unas reglas naturales donde el caos que se pueda generar se ordenaba solo. No hay nadie inteligente que busque tener la razón porque nadie necesita tenerla, la vida se justifica sola… no necesita ser juzgada ni cuestionada y menos reconocida por nadie.

¿Es que así sería el paraíso? ¿Es que estamos conminados a ser los destructores de nuestra propia sobrevivencia? ¿Puede una especie auto flagelarse de esa manera? Y la gran pregunta… ¿Tenemos aún chance con todo el calentamiento global y los desastres naturales que vienen creciendo exponencialmente por la mano del hombre?

¿Es posible salvar a nuestro planeta?

Es posible si dejamos de juzgar, eliminando las etiquetas y calificaciones porque ellos nos llevan a competir sobre todo en el Tener, abandonando el Ser y viendo al resto de especies en el planeta no como miembros de la Creación sino como objetos de uso y la gran mayoría de veces de abuso.

La Tierra no necesita justificarse, el hombre sí… construye armas para defenderse y termina atacando, crea creencias que limitan su vida y sin duda la de los otros, crea diferenciaciones que generan barreras insalvables, levantando muros inquebrantables contra la libertad.

¿Cuán bueno es acumular solo conocimientos, si estos nos alejan de la sabiduría, de la humildad y de la gratitud por vivir en este paraíso? ¿Cómo lograr el desarrollo del potencial humano?

El mayor problema de la especie humana es que actuamos en 4 dimensiones y lo hacemos de manera fragmentada, el cuerpo y la mente no están necesariamente alineados y muchas veces el cuerpo emocional está desalineado de la energía espiritual. Este des alineamiento tiene consecuencias complejas para el comportamiento humano, especialmente cuando las personas han sido condicionadas por la cultura social, desde sus padres, la historia y costumbres de su entorno. Hay pues una necesidad de removerse de las influencias sociales más fuertes de su propia identidad individual y expandir la comprensión de su rol como parte de la Naturaleza… este proceso es un proceso de transformación con evolución en la mente y corazones de los individuos y abre nuestra capacidad de escuchar para entender nuestra voz interior que es al fin de cuentas la voz de la Naturaleza.

Meditemos en Silencio

Hay tanto por hablar que es mejor darle tiempo al silencio, por eso sugiero callar para reflexionar, pues en la quietud de nuestra mente, veremos que nadie podrá oscurecer nuestra luz interior; ella brilla desde dentro y podrás ver cosas que antes no observabas y escuchar con el corazón manifestando tu intuición.

Y claro que cuesta estar en atención plena, estamos tan acostumbrados a correr, a encerrarnos en nuestras armaduras y máscaras, aprendiendo de la Naturaleza como la quietud nos enseña.

¿Has intentando observar un árbol en distintas ocasiones? Está de pie en silencio recibiendo calor, frío, agua, lluvia… siente el viento ondular sus ramas y hojas y hay un tiempo para todo… tiempo para florecer, tiempo para dar frutos, tempo para dejar caer sus hojas una a una y tiempo para reiniciar un nuevo ciclo.

Hay vida porque hay transformación en un vínculo que nos une a la naturaleza en una vida que empezó siendo una semilla con posibilidades y ahora es una realidad en crecimiento que se adapta y cambia en cada estación , enseñándose que hasta la quietud cambia y evoluciona.

Vivir y jugar a la vida es en verdad una preciosa aventura para nuestra especie, siempre y cuando aprendamos como los niños a no juzgar y sí jugar… a los que sólo quieren llegar y rápido, que aprendan a legar de adultos.

Salvar nuestro planeta, es salvar nuestra vida y la de otras especies que no son culpables de la destrucción humana… vale la pena el esfuerzo y esa es una responsabilidad de todos.

Aprendamos del filósofo y pacifista Bertrand Rusell que en la década de los 70’s dejó un mensaje a las nuevas generaciones de este siglo pidiendo que reconozcamos los hechos… cuáles son los hechos en nuestra civilización que no se detiene en la explotación de la Naturaleza. Aprendamos a observar los hechos por encima de nuestras creencias, y en el lado emocional aprendamos que el amor tiene que estar por encima de cualquier tipo de rencor en un mundo interconectado y globalmente impactado donde la convivencia debe eliminar la palabra tolerancia cuando se refiera a seres humanos, reconociendo que habrá diferencias en los puntos de vista y que en vez de promover una lucha que nos lleve al resentimiento y la ira fratricida, debemos encontrar propositalmente las coincidencias, las semejanzas en las diferencias.

Aprendamos a vivir juntos y no a agonizar juntos… ese es el legado que debemos dejar a las generaciones de éste siglo… una Tierra viva y vital, un planeta sano donde podamos convivir con todo lo vivo y desterrar la muerte adelantada de nuestra mente… salvo mejor parecer.